article sobre psicopatologia

Introducción básica al enfoque de la psicopatología Gestáltica

artículo sobre psicopatología

Introducción básica al enfoque de la psicopatología Gestáltica

Per Helena Bellod, Psicòloga Sanitària i Terapeuta Gestalt. Membre titular de l’AETG. Directora de l’Escola Gestalt de Catalunya de Girona.

Si algo me ha apasionado a lo largo de mi vida es todo aquello que concierne a la mente humana y las llamadas “patologías”. Después de estudiar la carrera de psicología seguí mi formación estudiando y practicando Terapia Gestalt. A partir de aquí empecé a realizar varios cursos de psicopatología gestáltica y a leer libros para nutrirme sobre el tema. A raíz de todo esto descubrí la psicopatología entendida des de la Terapia Gestalt con autores, con los que me voy a basar, como Carmen Vázquez, Gianni Francesetti, Margherita Spagnuolo, a los que quiero agradecer su entrega, pasión y generosidad a la Terapia Gestalt.

¿En qué se centra la Terapia Gestalt?

La Terapia Gestalt estudia y trabaja con lo que llamamos la frontera de contacto. La frontera de contacto es el espacio de relación y contacto del organismo con su entorno, es donde sucede el encuentro, la vida.

O = Organismo E = Entorno / = Frontera de contacto O/E

El organismo lo estudia la biología y la fisiología entre muchas otras. El entorno lo estudia la sociología, la geografía y la botánica, entre muchas otras disciplinas. Gestálticamente el entorno puede ser todo lo que nos rodea, nuestras cosas, la tierra donde vivimos pero también las personas que nos rodean y nos educan, el ambiente y/o la atmósfera en la que crecimos o en la que nos encontramos.

La frontera de contacto es un concepto que nos sirve para explicar el contacto que tenemos los humanos con el entorno, el espacio del “entre” llamado por Buber. Este “entre”, es el lugar de la relación, es donde los humanos adquirimos nuestras experiencias de vida, nos relacionamos y nos nutrimos emocionalmente. Los humanos somos seres sociales, e igual que el cuerpo necesita nutrientes para sobrevivir, las emociones, el alma, como queramos llamarle, necesita de relaciones de calidad para nutrirse.

La Terapia Gestalt (TG) considera una persona (un organismo) como sana cuando tiene la capacidad de ser flexible con sus respuestas y tener una buena adaptación al entorno. Es bueno fijarse como ponemos la atención en la frontera de contacto (/), puesto que la capacidad de ser flexible y de adaptación, conlleva inherentemente tener en cuenta al individuo, al entorno y a la relación que establecen. La TG percibe el organismo y el entorno como una unidad, no como dos cosas separadas. Las necesidades humanas tienen que ver con su entorno, por ejemplo: respiro el aire, como la comida, toco alguna cosa y a la vez soy tocada por ella…

Es en esta relación bidireccional que establecemos con lo que nos rodea donde trabajamos los gestálticos. De hecho, en el proceso terapéutico lo que observamos es qué va pasando entre el cliente y el terapeuta. Qué tipo de relación establecemos y como puede ser lo más genuina y espontánea posible, sin juzgar, ni etiquetar, ni esperar una respuesta concreta de la persona. De alguna manera, cuando la persona aprende en terapia a relacionarse con el terapeuta, escuchándose y aprendiendo a escuchar, adquiere herramientas que poco a poco podrá ir llevando a su vida fuera de la terapia.

¿Qué surge del campo O/E?

Cuando somos pequeños nuestra capacidad de fluir y adaptarnos al entorno surge de manera espontánea y natural. Cuando nos encontramos en una situación difícil nos vamos adaptando, creando lo que llamamos ajustes creativos. Un ajuste creativo es la capacidad que tenemos para buscar soluciones que se adapten a nuestro ambiente, es el momento en que usamos nuestras herramientas para encontrar una solución a nuestras necesidades. Por ejemplo cuando un bebé de meses tiene hambre y llora para que mamá le de leche, en este caso, el bebé, usa las herramientas que tiene disponibles para llamar la atención y conseguir satisfacer su necesidad de comer. Este es un acto lleno de creatividad que se ajusta a las circunstancias del presente y a las necesidades del individuo para sobrevivir. A lo largo de nuestra vida realizamos muchísimos ajustes creativos como actos de autorregulación y hay algunos que se convierten en lo que llamamos ajustes conservadores. Un ajuste conservador, es un ajuste creativo que hemos repetido en el tiempo, aunque las circunstancias hayan cambiado y mis herramientas también, sin darme cuenta sigo actuando de la misma manera que un día fue eficaz y en este nuevo presente deja de serlo. Cuando un ajuste se ha transformando en conservador pierde la espontaneidad, y se vuelve rígido y repetitivo, ya que sentimos que no tenemos más recursos. Nuestra respuesta termina siendo la misma a un entorno diferente, sentimos que no podemos hacer otra cosa, no hemos actualizado realmente nuestros recursos; seguimos la vida como si ese fuera el “único” recurso del que disponemos. Este tipo de ajustes nos crean sufrimiento y hacen que nuestro crecimiento no sea completo porqué de alguna manera lo frenamos.

A lo largo de nuestra vida creamos muchísimos ajustes creativos, des de llorar y mostrarme a menudo triste, a la capacidad de seducir, de manipular, de asustarme, de avergonzarme, de ver solo el lado positivo o negativo de las cosas. De hecho el propio carácter es una ajuste, que un día fue creativo, y nos sirvió en ese momento, hasta que llega un día en que, sin darnos cuenta, lo vamos repitiendo y se transforma en conservador.

Es importante destacar que el ajuste creativo es creado por el organismo en relación con su entorno, así es co-creado por ambas partes. El entorno crea al organismo y lo modifica y el organismo crea su entorno y lo modifica, están en una co-creación y transformación constante.

En el proceso de la relación terapéutica adquirimos conciencia de estos ajustes, que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida y que se han transformado en conservadores, para poder actualizar nuestro potencial y ampliar nuestra capacidad de actuación.

¿Como afecta esta perspectiva gestáltica a la psicopatología?

La palabra psicopatología etimológicamente deriva de 3 raíces: psicho que significa alma, respirar, patho que significa sufrimiento y logos que es discurso. Hablaríamos del discurso del sufrimiento de la respiración o del alma.

La Terapia Gestalt no hace una descripción cualitativa de los diferentes tipos de trastornos. Es decir, no clasifica en “eres psicótico o no eres psicótico” sino que hace una descripción cuantitativa poniendo la experiencia psicótica en un continuum de 0 a 100.

 

/__________/_________/_________/________/



0 25 50 75 100

 

Aquí no hablamos de etiquetar al individuo “eres psicótico”, “eres ansioso”, sino que hablamos de vivir experiencias, en mayor o menor grado, psicóticas o ansiosas. Esto libera a la persona del estigma y no lo “encierra” en la creencia de que es esa etiqueta como algo inamovible. Desde esta perspectiva podemos tener una experiencia ansiosa y que no sea algo que me identifica de por vida. Todos en algún momento de nuestra vida, en mayor o menor medida, hemos podido tener experiencias psicóticas (como escuchar algo cuando nadie ha dicho nada, o ver cosas que realmente no estaban, o tener sensaciones que no se han producido).

Por otro lado, partimos de la premisa que la parte biológica y la parte relacional se co-crean de un modo bidireccional, donde la biología afecta la parte relacional y a la vez es afectada por la misma. Es decir, nosotros creamos nuestro entorno y a la vez este nos crea a nosotros. Así hay ambientes que, aunque no los podamos considerar como la causa de la psicopatología si que pueden potenciar que esta se desarrolle o no, o vaya en aumento o no.

Dentro de la Terapia Gestalt entendemos que hay un continuum de experiencias que van de menos a más en función del desarrollo, las circunstancias y el momento vital de la persona. De este modo hablamos de experiencias sanas, experiencias neuróticas y experiencias psicóticas. A lo largo de nuestras vidas podemos pasar por diferentes puntos de este continuum.

 

/________/_________/________/_________/

0 25 50 75 100

Exp. Sana Exp. Neurótica Exp. Psicótica

 

Entendemos como una experiencia sana o “normal” cuando lo que nos rodea lo percibimos como confiable, hay flexibilidad de adaptación, espontaneidad, nos sentimos enraizados y hay asimilación y crecimiento en nuestras experiencias. Sentimos que compartimos el tiempo, el espacio y la frontera con los demás. Hay un mundo común y tenemos la capacidad de diferenciar entre sujeto y objeto, dentro y fuera de la piel. Hay el ajuste y la creatividad necesarios para cada momento.

Por otro lado, en la experiencia neurótica podemos sentir una seguridad básica existencial y a la vez hay cierta percepción ansiosa que puede ir de menos a más intensidad. Aquí podríamos hablar de tener experiencias de ansiedad, fobias o ataques de pánico, entre otras. En este tipo de experiencia tenemos la sensación de no poder decidir con plenitud, lo que conlleva que nuestra espontaneidad la sintamos limitada. En estos casos, nuestra conducta y manera de estar en la vida puede ser estereotipada y poco nutritiva. Los ajustes conservadores han ganado terreno y no somos plenamente conscientes de cómo nos relacionamos, se reduce la capacidad de elección y hay miedo a la novedad y al crecimiento. Del mismo modo, nuestra capacidad de estar en el presente y de ver lo obvio disminuye. No vivimos plenamente nuestro “aquí y ahora” y la frontera de contacto está un poco desensibilizada. No obstante la experiencia es fiable ya que la capacidad de diferenciar entre sujeto y objeto se mantiene.

En la experiencia neurótica sufrimos y hacemos sufrir a los demás, manipulamos el entorno para que cambie y no responsabilizarnos de lo que nos pasa. Todo esto lo hacemos sin darnos cuenta, de un modo no-consciente. Hay mucha capacidad de ajuste y poca creatividad.

En experiencia psicótica perdemos la capacidad de distinguir entre sujeto y objeto, dentro y fuera, sentimos que no hay una experiencia común y que no hay un suelo, un fondo, una experiencia de vida que me sostenga. La frontera está perturbada y no me puedo diferenciar ni conectar con los demás ni con mi entorno (como en las experiencias místicas o con las drogas). Hay un ajuste que sale de un modo repetitivo y automático, como un sentimiento que se rigidiza y que se escapa de nuestra consciencia “no sé que me pasa, ni que lo originó”. No hay dificultad para ver lo obvio pero no le puedo dar un significado social, hay mucha creatividad y poco ajuste. Todo estímulo pasa a un primer plano, no hay filtro, debido a la dificultad de separar objeto-sujeto. Los estímulos acostumbran a ser autorreferenciales, es decir, siempre tienen que ver conmigo y el significado es solo mío. No puedo tener sentimiento de pertenecer, ni de grupo porqué no ponemos el mismo significado a las experiencias.

Todo esto produce una angustia terrible, un sentimiento de incomprensión y de soledad donde el otro parece imposible de alcanzar.

¿Pertenece el sufrimiento al individuo?

Partiendo de la base que trabajamos en y con la frontera de contacto del individuo con su entorno, entendemos la patología como un ajuste creativo que puede convertirse en conservador. Este ajuste no pertenece solo al individuo ni tampoco solamente al entorno, sino a los dos a la vez, surge en la frontera de contacto en la que nos creamos y co-creamos continuamente. De este modo el sufrimiento no pertenece solo al individuo sino a la relación, lo que sufre es la relación organismo-mundo y el individuo la corporaliza y lo expresa en forma de delirio, ansiedad…

¿Dolor o sufrimiento?

Para poder comprender la psicopatología relacional gestáltica debemos diferenciar entre el dolor y el sufrimiento. El dolor es fisiológico y puede ser físico. El sufrimiento tiene que ver con diferentes adversidades infantiles como pueden ser: el miedo, el rechazo, el abandono, el descuido, la soledad, la pérdida, el maltrato y el abuso. Francesetti las divide en 3 grupos:

Las experiencias de descuido: son cuando hay una carencia en las necesidades básicas y/o emocionales del niño/a, falta la presencia de un “otro” (pérdida, miedo, luto, rechazo, frustración, falta de amor…). Puede que los padres no estén físicamente presentes y/o no estén emocionalmente disponibles. También puede haber algún tipo de separación traumática.
Abuso de cualquier tipo (emocional, psicológico, sexual), el niño es invadido y no puede hacer nada, muchas veces no se da ni cuenta de que está ocurriendo, es confuso para el niño.
Violencia, maltrato, aquí el niño si se da cuenta de que lo que ocurre no es bueno.
Estas experiencias de dolor por sí solas no son psicopatológicas, son experiencias de la vida.

¿Entonces qué es psicopatológico?

El sufrimiento surge cuando algunas de estas experiencias dolorosas, que forman parte de la vida, no pueden ser atravesadas, es decir, la experiencia de dolor es tan fuerte que siento que yo solo/a no la puedo sostener, no puedo decidir, no la puedo reconocer, no tiene forma, no la puedo recordar.

La palabra sufrimiento viene del latín su-ferre y significa “llevar con uno mismo”. Cuando un niño no puede asimilar el dolor, este dolor no se puede convertir en experiencia y eso hace que de alguna manera no pueda pasarse a la memoria para situarlo en el tiempo, en la línea de su vida. Esto provoca que no se pueda transformar en recuerdo, no hay crecimiento ya que no puede quedar en el pasado.

En estas circunstancias, el cuerpo del niño no es suficiente para asimilar las experiencias y necesita del cuerpo de un otro, de un adulto, que lo acompañe, acogiéndolo, resonando, sintiendo su dolor. Un adulto que le ayude a darle forma y le ponga palabras para que pueda convertirse en recuerdo y así, poder asimilar la experiencia dolorosa y traumática.

Así pues, lo que conocemos como el sufrimiento psicopatológico es la manera que tenemos de llevar el dolor no atravesado, es un modo de llevar nuestras experiencias no asimiladas que generan sufrimiento. Es un ajuste creativo que busca la autorregulación del individuo para adaptarse y sobrevivir a un contexto difícil en el que hubo una ausencia.

Este sufrimiento irá en función de cuán precoz, intensa y fundamental sea para la persona esa relación y esa experiencia.

De este modo, vemos muy importante la necesidad de contacto y de la presencia de un otro en la frontera de contacto para poder experimentar la asimilación de estas situaciones. La psicopatología relacional pone énfasis en la ausencia que hubo en la generación del sufrimiento. La presencia de un otro crea un puente de apoyo necesario hacia un contacto significativo, recoge la raíz del dolor que facilita la asimilación de la experiencia, para así transformarla en recuerdo y generar crecimiento en la persona.

“La psicopatología puede entenderse como ausencia en la frontera de contacto” (Francesetti, Gecele, 2009; Francesetti, 2011; 2012; 2014)

Con todo esto podemos entender que cuando tenemos una alucinación o un delirio, es un intento de llegar al otro, es un intento de comunicar algo que no se como comunicar, es un intento de encontrar a alguien que me pueda comprender y no sentirme tan solo, es un intento de encontrar una presencia que me acoja. Es un grito desesperado, es un puente, es un acto creativo, que me ayuda a sostener un dolor profundo que no pudo ser atendido y que pretende reducir la angustia y la soledad.

La psicopatologías son ajustes que me pueden proporcionar un poco más de seguridad para no sentirme tan perdido y solo, y a la vez, me permiten preservar mi integridad. El problema es que los significados son unilaterales y es difícil acceder a ellos por su extravagancia. Es un intento de protección para dar significado a algo que no está siendo reconocido.

¿Qué podría ser terapéutico en estos casos?

Si algo me gusta de la Terapia Gestalt es que a la hora de enfocar su trabajo parte de un modelo educativo que destaca la importancia de ver las potencialidades de la persona y no solamente lo que no funciona. No busca el remedio a una enfermedad, sino que cree que el único experto de uno mismo es uno mismo. Así pues, es la propia persona que con sus dificultades va a reaprender a atenderse y a autorregularse. Es importante ver cuán perturbada está una relación y a la vez evidenciar cuán sana está.

La terapia consiste en mantener la presencia donde hubo una ausencia, sin querer cambiar nada. Terapeuta y cliente están presentes con sus ausencias provocando un encuentro que como bien dice Francesetti: convierte el dolor en belleza.

De este modo el terapeuta no trabaja con el contenido del mensaje sino con la necesidad básica de contacto de la persona, para así poder ver la verdad del delirio, del síntoma, de la patología, de este sufrimiento que ha arrastrado y que no ha tenido forma de salir. La persona no necesita sentirse cuestionada a través del contenido de sus palabras, sino ser acompañada para llegar a su verdad existencial, al mensaje que nos está dando, entre líneas, al cual no le puede dar forma ni expresar con palabras.

Per Helena Bellod, Psicòloga Sanitària i Terapeuta Gestalt. Membre titular de l’AETG. Directora de l’Escola Gestalt de Catalunya de Girona.